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15 Nov

La vida de una persona esta llena de cambios, de distintas circunstancias y motivaciones.

A veces las circunstancias crean las motivaciones, a veces las motivaciones, deben de esperar su tiempo y proceso.

Mis propias circunstancias me crearon, y a la vez siempre supe, que sabría sacar lo mejor de ellas, para ayudar a los demás.

El terapeuta se utiliza en beneficio del otro. Y cuando es de verdad, es una labor con una alta carga altruista.

El terapeuta utiliza su dolor transformado en sabiduría, desde el cual, será capaz de ayudar aportando luz y comprensión al otro.

Generalmente el terapeuta, ya ha hecho el camino de quién tiene en frente, y ha recorrido y sentido cada una de sus estares y emociones.

A esto no le llamo empatizar, le llamo saber donde el otro se encuentra, porque tú mismo has estado allí.

Soy una persona resiliente y superviviente de una infancia atroz. Sobrevivir a las circunstancias me dieron la fuerza para sobrevivir a la vida, y a cualquier acontecimiento que ella me deparara.

Mi infancia me hizo fuerte, también creativa, observadora, sabía y con una sensibilidad en forma de radar muy acusada.

Tuve que aprender a que nada se me escapara. Lo cual con el paso del tiempo se convirtió en una gran virtud.

Mi infancia y las capacidades que en ella construí, me sirvieron en una buena parte de mi vida, para hacer servir esos talentos de la forma que en cada momento decidí. Los primeros años fueron viajando sin parar, los siguientes creando desde mi agencia de publicidad.

Ciertamente diré sin querer parecer nada, que en toda mi vida, pudé hacer en cada momento lo que he quisé.

Hasta que llego el día que también sentí y decidí que debía ayudar a personas encalladas en infancias difíciles o en las consecuencias de éstas.

A veces me pregunto. ¿Fue un buen cambio? La respuesta es, no. No del todo.

Pero fue el cambio que mi emoción que no mi razón, me pidió en esos momentos. Y seguí a mi emoción. 

El porqué de mi respuesta, se merece otro Post. Es amplia. 

Destaco la importancia de escucharse a uno mismo en cada momento, y seguir esa emoción. Destaco también el utilizar lo vivido, sanado y superado como herramienta para el otro.

Y sobre todo, destaco que todos merecemos vivir en libertad.

Cuando las emociones son encadenadas en la infancia, es muy difícil deshacerlas sin ayuda en la madurez.

En cada sesión intento transmitir fuerza, devolver valentía, dignidad, valía. Esa que yo desde afuera y desde ese camino ya recorrido, soy capaz de vislumbrar en el estar (mudo) del otro, pero que el otro es incapaz de ver en sí mismo.

Tse






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