A oscuras, me recuerdo.
Sentada en tus faldas, me tenias cogida, agarrada o abrazada. No sabría definirlo.
Inmovilizada, me sentía yo.
Me sentía incomoda.
No podría decir que la sensación fuera de miedo, pero si, de angustia.
En ese pequeño apartamento, que por mi edad, resultaba demasiado grande.
Y mientras me tenias sujeta, dentro de esa oscuridad.
En esa escena que se repetía, cada día.
Yo fantaseaba con aventurarme a explorar, otros lugares que no fueran esa silla, junto a esa mesa, en el salón de casa.
Seguramente, ahora que lo pienso, en esa sujeción, en ese abrazo inmovilizado.
Tu pretendías protegerme de cualquier peligro, de la vida, las personas, el mundo...
Lo que intuías que la vida, me depararía mas tarde.
Posiblemente, es el mayor gesto de amor, que recuerdo de ti,
Pero en mi mente de niña de 3 años, me recuerdo escuchar, no vull, no vull. (no quiero)
No quiero estar inmovilizada, no quiero la oscuridad.
No quiero dar paso a fantasmas imaginarios, que podrían habitar en cualquier otro lado del apartamento, y que el miedo que ese abrazo/retención. Parecían validar.
Cuando a las horas, mi madre regresaba al apartamento, y se encendían las luces, recuerdo que lo primero que hacia, con miedo, pero lo hacia.
Era ir a investigar.
A buscar a esos fantasmas imaginarios, que esa sujeción de mi yaya, habían provocado.
Lo hacia a solas y en silencio. Era mi secreto.
Yo le preguntaba a mi yaya, día a día, porque me sujetaba.
Porque estábamos a oscuras, tanto tiempo en esa silla, de ese salón.
Nunca obtuve respuesta.
La no respuesta, y el no comprender, fue lo que dio paso a esos fantasmas imaginarios, que en la mente de una niña de 3 años, deberían, ser los causantes, de esa sujeción.
Así se originan muchos miedos, con el silencio, y sobre todo con la no comprensión de un acto.
El niño, ante la falta de información, comprensión. Se fabrica la suya.
Y esta será, así como su temperamento sea, también.
Me recuerdo, no muchos años después, con 5 o 6.
Adentrándome en todos los lugares oscuros, portales, caminos, por los que transitaba.
Me probaba a mi misma. Lo hacia con miedo, pero con mucha adrenalina.
Me confrontaba a mi misma, y a ese miedo.
Esa confrontación, me libro de posibles neurosis futuras, en este aspecto.
En cuanto a la poca luz, diré, que me gusta, siempre me ha gustado.
Ambientes íntimos. No creo que tenga mas explicación.
Si has llegado hasta aquí y algo de este texto te resuena. No dudes en contactarme.
Tse Amargant
Coach Ejecutivo. Gestalt. Astrología Psicológica. Mentora